viernes, 14 de octubre de 2011

La ciencia y la tecnología en el cambio de las relaciones sociales.

Nuestra vida cotidiana se desarrolla casi en todo momento con la participación de los más diversos recursos tecnológicos. La presencia de la tecnología es tal, y ha formado parte del desarrollo humano de manera tan estrecha, que la hemos integrado en casi todos los aspectos de nuestras vidas, hasta el punto de dejar de percatarnos de su presencia.
En la actualidad, posiblemente las imágenes que de manera más inmediata acuden  a nuestra mente, al hablar de tecnología,  son las de los más recientes y espectaculares artículos electrónicos: computadoras, teléfonos celulares, internet etc. Sin embargo, la tecnología, y regularmente a través de ella la ciencia, ha acompañado al hombre en su desarrollo desde los tiempos más remotos. Más aún, podemos afirmar que el desarrollo tecnológico es parte fundamental del desarrollo humano en sus más diversos aspectos.
Si hoy los avances tecnológicos son particularmente notables en el campo de la informática y las telecomunicaciones, al mirar hacia atrás en el tiempo podemos notarlos en la electrónica, la mecánica, la química, la biología y otras muy diversas áreas de la ciencia, hasta encontrarlos como elemento integral de la evolución misma del hombre y la sociedad.
La manipulación del fuego, la invención de la agricultura, la conservación de los alimentos, la fabricación de las herramientas, el uso de metales y, muy  posteriormente, la creación de las más diversas máquinas, así como la invención de la imprenta o de la corriente eléctrica. No solo han cambiado la forma en que el hombre vive y se relaciona con la naturaleza, sino que han cambiado el hombre mismo, desde su condición de ser biológico hasta la forma en que se organiza y relaciona con otros hombres para formar la sociedad.
Así, por ejemplo, haber desarrollado la capacidad de producir sus propios alimentos y de conservarlos más allá de los estrictos ciclos naturales, no solo permitió al hombre primitivo sobrevivir en condiciones en que antes era imposible, sino que generó un nuevo ser vivo, distinto biológicamente del antes existente, al modificar en su base las condiciones de su sobrevivencia y, con ellas, de su evolución.
La agricultura, la cocción de alimentos y su conservación alteraron aquello que los humanos, como seres vivos, consumían para su supervivencia, generando un desarrollo biológico distinto. Pero no solo eso, sino que al dar acceso a ciertos alimentos, y no a otros, en momentos en los que éstos no se encontraban disponibles en la naturaleza, significaron para el hombre cambiar la regla básica de la evolución - la selección natural-permitiendo la sobrevivencia de individuos que en condiciones naturales hubieran perecido.
Paralelamente, estas nuevas tecnologías modificaron las necesidades de organización de los seres humanos, al exigir nuevas funciones y tareas, y permitir nuevas formas de división del trabajo, de relaciones sociales y; en última instancia, de relaciones de poder.
 En realidad, pese a la espectacularidad de los modernos avances tecnológicos, podemos afirmar que aquellos primeros pasos tuvieron un impacto, particularmente en la evolución del hombre como animal, inmensamente superior a los que podríamos encontrar en la actualidad.
La informática y las telecomunicaciones contemporáneas podrían no tener nunca el impacto evolutivo que tuvo el descubrir que una semilla sembrada producía una planta. Nuestras generaciones tienen, sin duda, acceso a nuevas tecnologías  y nuevos procesos sociales ligados a ellas, pero no somos los fundadores de la tecnología y, probablemente, los grandes cambios que hoy vemos sean muchos menores que los que la humanidad ha testificado a lo largo de la historia.
En todo caso, hay que tener presente que el efecto duradero de las innovaciones tecnológicas sólo se hace evidente con el paso del tiempo. De esta forma, hoy podemos saber con mucha más exactitud cuál ha sido el efecto de las interacciones sociales de los más antiguos cambios tecnológicos, en tanto que sólo podemos imaginar el resultado que los nuevos y vertiginosos cambios habrán de tener en el desarrollo de la humanidad.
Al cambiar las personas y sus relaciones, la ciencia y la tecnología construyen a  nuevas interacciones e incluso nuevos espacios de interacciones antes totalmente inexistentes. Sin embargo, este proceso de construcción es, simultáneamente, un proceso de destrucción de lo antes existente: las nuevas relaciones no se añaden simplemente a las que ya existían, sino que las modifican en distintos grados e incluso las sustituyen. Como consecuencia, la ciencia y la tecnología, en tanto instrumentos de transformación, tienen un profundo efecto simbólico en la sociedad, generando esperanza, deseos y expectativas, pero también temores, desconfianza y rechazo.
La interacción implica que en nuestros procesos de socialización  estamos expuestos a múltiples mensajes, de información, de educación no formal e informal. Las mayores influencias que tenemos en nuestra vida son nuestra familia, la escuela, la pareja, la cultura y la religión…